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martes, 14 de agosto de 2018

Las señoritas de Concarneau, por Georges Simenon,

El título de la obra original, en francés, "Les demoiselles de Concarneau" 1950, Librairie Gallimard, traducción de José María Sanromá, editada en castellano por Luis de Caralt Editor, 1975, Colección "Las novelas de Simenon",núm. 39. 

Como otros libros leídos de este mismo autor, desde las primeras páginas te "enganchas" con él. Se lee con avidez, buscando el desenlace final. Final que suele ser  coherente  con el ambiente descrito y la psicología o manera de ser de sus protagonistas.

A pesar del título, estimo  que hay un protagonista  que es Jules Guérec,  patrón de un barco atunero. Un buen y sencillo hombre muy determinado por su condición de ser el más pequeño y único varón de una familia pudiente del lugar.
Tiene tres hermanas mayores; dos de ellas solteronas. La más cercana en edad resulta, además, ser una fémina dominante. ¡Bastante dominante!


En la novela a modo de paisaje de fondo vienen reflejados los problemas de los pescadores, los de sus familias y los de la colectividad que vive en una zona en que la mayoría de sus habitantes dependen o viven de las actividades relacionadas con el  mar. Guérec y su familia son propietarios de dos barcos pesqueros que salen a faenar y que simultanean la pesca del atún con la de bajura.


Quiero resaltar que me resultó especialmente grata la caracterización que hace Simenon de Guérec  a quien describe como un buen patrón (amo) del barco pesquero,   conocedor agudo de su trabajo con buen ojo para la localización de los bancos de pesca, que se relaciona con sus hombres como uno más de la plantilla,   y es  justo a la hora del reparto proporcional de las ganancias. Estas características, unidas a la cualidad de disfrutar de la belleza de las cosas sencillas me hizo simpatizar con el protagonista. Individuo que se sabe afortunado en relación a sus conciudadanos, porque ha nacido en una casa y familia con medios económicos suficientes, y desconoce el hambre y el frío.  Realidad la suya bien distinta  de la mayoría de los que le rodean. Circunstancias todas de las que tiene conciencia y las aprecia como "graciosas", regalos, dones, pues no ha hecho mérito alguno para su posesión. Le han venido dadas, “caídas del Cielo.  A Jules Guérec esta reflexión  le impulsa a la conmiseración por aquellos de  su alrededor que  no son tan afortunados como él. Y por el contrario parecen "marcadas”, para recibir males y desgracias también caídas del cielo.

Estas pinceladas tan bonitas acerca de mi apreciación personal del personaje protagonista no deben ser guía de que nos encontramos ante una historia hermosa con un bello final. No, que va. Esta novela, como casi todas las novelas que hasta ahora he leído de Simenon,  es expresión cruda de la dualidad de la naturaleza humana. Vasos de barro, unos para honra y otros para deshonra.

El atestado del gendarme, por George Simenon

Título de la obra original: "Le rapport du gendarme", 1951, Librairie Gallimard, traducción de Julio Gómez de la Serna, Colección Las Novelas de Simenon, Luis de Caralt Editor, 1974.
Libro que se lee con mucho interés desde el principio hasta el fin.  Espléndida muestra de la minuciosidad y el detalle con que George Simenon  describe la vida cotidiana de sus personajes, así como su trasfondo psicológico e íntimo.

 Etienne Roy y su mujer, Joséphine Roy, son los sórdidos personajes protagonistas de esta novela, cuya trama y especialmente su final no me gustó. Considero que una de las grandes  ventajas de la ficción sobre la realidad es que el autor puede construirla, es decir, crearla a su gusto. Y a mí, particularmente, los desenlaces de "los  culebrones"(1), con final feliz, son los que  me agradan. En este género literario, a sus protagonistas que son personajes  agraciados física y moralmente,  casi siempre se les reserva  un buen final, en el que una vez resueltos los entuertos y malentendidos de la trama novelesca, viven en paz y amor rodeados de los que quieren y les quieren. Bonito, ¿verdad? 

Pues en esta novela de Simenon tenemos  todo lo contrario de lo antes por mí deseado. El escenario por él  escogido para mostrar   las posturas hipócritas de una sociedad es una pequeña población rural, en la que todos se conocen, no sólo ellos, sino  toda su genealogía, clasificados según la distinta posición socioeconómica del  clan familiar al que pertenecen. Pero también son de dominio público los episodios  del  pasado, algunos, ciertamente, algo oscuros. Un mundo, en resumen, muy estrecho en el que  se  está  pendiente de lo que es, hace, tiene o deja de tener  el  prójimo. Relaciones malsanas que se dan  entre los miembros de una sociedad cualquiera, pero  que  en las comunidades pequeñas pueden traer malignas consecuencias, aparte de enrarecer en demasía la convivencia del grupo.


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(1) Culebrones:La telenovela (llamada en algunos lugares teleserie o telecomedia) es un género televisivo, producido originalmente en varios países de América Latina, que cuenta una historia no necesariamente realista y generalmente de argumento melodramático a lo largo de varios capítulos y que normalmente tiene un final feliz para los protagonistas.

sábado, 24 de marzo de 2018

Turista de Bananas”, de Georges Simenon


TURISTA DE BANANAS: Simenon,GeorgesTurista de Bananas”, de Georges Simenon. Editor Luis de Caralt, 1974. Colección “Las Novelas de Simenon”, núm. 34. Traducción de Eduardo Bittini. Título de la obra original: Touriste de Bananes. 1938, Librairie Gallimard.  La novela nos refiere la historia de alguien que vive inmerso en su yo, y en sus circunstancias personales y particulares, y ello le incapacita para ponerse en la piel de los otros y, consecuentemente, asumir para luego  afrontar y principalmente poder superar las dificultades y enredos  que  a cada uno le toca vivir. Primero en su mundo originario, Marsella(Francia); y, como era de esperar, tampoco en Tahití(1), Islas Polinesias en el Pacífico Sur. Un lugar teóricamente paradisíaco situado no sólo al otro lado del Mundo, sino también  en el hemisferio opuesto. Pero, al fin y al cabo, un territorio francés de ultramar, en el que se entremezclan culturas, razas, costumbres y concepciones bien diferentes de la vida. 
El apático joven, protagonista de esta novelita de Simenon, no me agradó y todavía menos la insulsa trama argumental que el autor belga tejió alrededor de tan tibio personaje. El único valor que hallé en  esta lectura fue el conocimiento aportado acerca de unas gentes tan lejanas,  no sólo en distancia, sino, principalmente, en sus costumbres y valores, al mismo tiempo que comprobar la degeneración de toda índole, pero, principalmente, de las costumbres y de las tradiciones propias del lugar, a las que el ser humano de cultura occidental,  llegado allí en su afán de  riquezas fáciles, ha contribuido. Otrora verdaderos paraísos terrenales, pero al presente países en los que la mayoría de sus gentes subsisten en la precariedad más absoluta, con enormes diferencias políticas, económicas y sociales entre ellos,  y la concentración de las riquezas y de los recursos del país en pocas manos, usualmente, en las de una élite completamente diferenciada del resto por razón de etnia o creencias religiosas, que vive en la abundancia, mientras que el resto, es decir, la mayoría sólo alcanza a sobrevivir. . .
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(1)Tahití, según leí en Wikipedia, antiguamente era conocida en España como la Isla de Manuel Amat y Junyent, nombre del virrey  de España en Perú. Copio y pego párrafo copiado de Wikipedia:
“Tahití​ (históricamente llamada Otaheite y antiguamente, en España, conocida como la Isla de Manuel de Amat y Junyent)(*) es la isla más grande de la Polinesia Francesa, un territorio de ultramar francés localizado en las islas de la Sociedad, en el sur del océano Pacífico. Forma parte del grupo de las Islas de Barlovento, y del archipiélago de la Sociedad. Esta alta isla y montañosa, de origen volcánico, está rodeada con un arrecife de coral. Su capital es Papeete y consiste principalmente en dos porciones de tierra conectadas por el istmo de Taravao: Tahiti Nui o Gran Tahití, ubicada al noroeste y Tahiti Iti o Pequeña Tahití, ubicada al sureste. En total el territorio comprende unos 1.042 km² y su punto más alto es el monte Orohena. En una expedición española de 1774 el navegante Domingo de Bonechea llegó a Tahití en una expedición organizada por el Virrey del Perú, Manuel de Amat y Juniet, en honor del cual la bautizó "Isla de Amat".
(*)De la lectura de la biografía de este virrey español, del que poco conocimiento tenía, supe que el famoso palacete de la Virreina,  situado en el corazón de las barcelonesas Ramblas, fue un legado de éste a su viuda. Copio y pego información sacada también de Wikipedia:
“En 1776Manuel de Amat y Junient, marqués de Castellbell, volvió a Barcelona con una gran fortuna, tras cesar en su cargo como virrey del Perú, que había desempeñado desde 1761. Como muestra de su riqueza se hizo construir este suntuoso palacio mezcla de decoración barroca y rococó. Fue edificado entre 1772 y 1778 y, tras la muerte prematura de Amat, fue ocupado por su viuda, Maria Francesca de Fiveller y de Bru, por lo que fue conocido como Palacio de la Virreina. Los planos ya existían en el año 1770, pero no se conoce con certeza quien los diseñó, siendo atribuidos a Josep Ausich.3​ Las obras fueron dirigidas por el arquitecto y escultor Carles Grau (1717-1798). También intervino el escultor Francesc Serra, que murió en la obra.
Parece que el mismo virrey, desde Perú, dio detalladas instrucciones para su construcción y posiblemente decidió de una manera personal el estilo de la fachada, de piedra de Montjuïc y de Santanyí.




sábado, 9 de abril de 2016

Barrio negro, por George Simenon, septiembre, 2006(*)

(*) Los famosos "Papeles de Panamá", cuya primera tanda se publicó en la primavera del 2016 trajo  a mi memoria esta lectura , cuyo comentario  guardaba en "Borradores", completamente olvidado.
                                                                  -.-.-.-.-.-.-.


Novela de George Simenon,  de título original "Quartier Nègre" (1935), versión en lengua española editado  por Luis de Caralt Editor, Barcelona, 1977,  y traducción de J. Gómez del Castillo.  Tras su  lectura hallé mi ánimo algo deprimido, o al menos tuve esta sensación.

Antes de continuar comentando  la novela, quiero resaltar la significación de la obra de George Simenon en el mundo de la Literatura. Autor, según se señala en la contraportada del propio libro,  considerado por muchos e importantes escritores "el más directo heredero del modo realista de Balzac. Insuperable creador de ambientes, profundo analista de los móviles más recónditos y de las más tenebrosas pasiones del alma".

Expresión con la que no coincido del todo, porque  a mi modesto entender, Simenon no era un "creador de ambientes", él supo reproducir determinados ambientes, de los que sus obras son sólo oscuros espejos donde quedaron reflejados. De ahí su mérito, y el de Balzac. Pues ambos han descrito con claridad y sencillez lo cercano y cotidiano, lo común, es decir, los hechos y los tipos humanos que merodean por nuestro entorno, las personas del mundo que nos rodea. Los dos escritores escribieron en lengua francesa, y  su obra fue abundante tanto como la diversidad de temas y cuestiones abordados y de los detalles recreados.
Si bien,  en la obra de Simenon, se evidencia su predilección por describir el lado más oscuro de los conflictos y estímulos del alma humana, y también sobre sus consecuencias.

oooOOOooo

 “Barrio Negro” es el tercer libro leído este año (2006), cuyo escenario, casualmente, es Panamá. Los tres escritos por diferentes autores de nacionalidad no panameña. Graham Greene John Le Carré, ingleses; y G.Simenon un belga, asentado en Francia.

Esta coincidencia me indujo a percibir  los enormes contrastes ofrecidos por la sociedad panameña, y llegar a la particular reflexión sobre la existencia de dos Panamá, de dos realidades socio-económicas bien distintas, coexistiendo sobre un mismo plano espacial:

Panamá- paraíso terrenal, o país de Jauja para ricos y poderosos, ciudad en la que todas o casi todas las entidades financieras del Mundo tiene representación y están  ubicadas en la afamada zona bancaria de la calle 50,  con altos edificios destinados a sedes bancarias, hoteles, y entretenimiento. En la que pululan seres cuyos objetivos vitales son los logros materiales sin reglas o limitación alguna para alcanzarlos; y , 

Panamá, como infierno particular o paraíso perdido al que algunos han sido desterrados y a cuyos propios males de miseria, hambre, injusticias,  prejuicios y discriminaciones sociales de muchos tipos, se les añade la permanente contemplación pasiva de los que viven a cuerpo de rey, allí mismo, a su lado, rozándoles. Es decir, la abundancia y derroche pleno de recursos de los unos, pocos y en su mayoría extranjeros, frente a la miseria de los muchos y naturales del país. ¡Vaya!


 





Hecha la salvedad anterior, hablaré de "Barrio negro" de George Simenon
Barrio negro / Georges SimenonAquí  Simenon, recrea al protagonista masculino como un ser distinto del resto. En este caso lo ha caracterizado como un ser deslucido, que vive inhibido por sus muchas frustraciones personales. Personaje al que  le llegas a tomar lástima. En mi caso, bastante lástima. Y como en alguna de sus otras novelas, en ésta, los personajes femeninos que rodean al protagonista, - madre, esposa  y amante muy joven - son diametralmente opuestos a él. La novela se lee con interés. Para llegar a un desenlace  que te deja una sensación algo ácida. ¡Muy ácida!




lunes, 26 de octubre de 2015

Los Pitard, George Simenon


Es una edición de Luis de Caralt, Barcelona, 1973, Colección “Las novelas de Simenon”. Título de la obra original “Les Pitard”, 1948. Versión española de B. Losada.

Su lectura, este pasado verano, me resultó muy amena, manteniendo despierto mi interés hasta el final.  Tuve que releer algunos párrafos, especialmente de las últimas páginas, para precisar acerca del significado real de alguno de los personajes  de la novela. No sé si lo habré conseguido.

La novelita,  ya que sólo cuenta con ciento noventa páginas, parece una vivaz narración de aventuras marinas en la que se nos relatan las experiencias y pormenores de la vida cotidiana del capitán y la tripulación de un carguero por  los mares que circundan la Europa del Norte, desde Rouen al Elba. Sin embargo, en realidad su fondo argumental es bien distinto, puesto que, según creo, Simenon en ella reflejó el contraste entre las pasiones y los sentimientos encarnados en dos prototipos humanos corrientes pero bien distintos. Los del bruto, puede que hasta primario, ser sencillo y razonamientos rectos sin circunloquios que esconde un noble corazón; un corazón que se constriñe ante el dolor y la necesidad del prójimo, y, por ayudarle, es capaz de olvidar no sólo el propio interés económico, sino exponer su vida. Y en contraposición, están los Pitard, unos ladinos provincianos acomodados, de vanas miras y codicia ilimitada, unos seres muy egoístas y aprovechados del prójimo.

Su protagonista principal, Emile Lannec, es descrito como un tipo duro, marino aguerrido y experimentado que hace su primer viaje dirigiendo su propio barco, el “Tonnerrede-Dieu”,(Trueno de Dios) un viejo buque inglés , adquirido junto con el timonel, con el aval de la suegra para el importe aplazado, de sólo un cuarto del precio total. Para sorpresa del marido, su esposa Mathilde, de soltera  Pitard, decide acompañarle en este viaje. La presencia inesperada e inoportuna de este ser, ajeno del todo al pequeño mundo de un mercante constituye el intríngulis o meollo de la novela.
 
En esta obra, como en todas las otras que he leído de Simenon, el autor hace derroche de su  destreza en desentrañar los meandros del alma humana. ¡Qué angulosas curvas! ¡Qué retorcidas sinuosidades!


lunes, 7 de septiembre de 2015

María la del Puerto, Georges Simenon,


 En agosto pasado leí “María la del Puerto” de Simenon. Hace unos diez años la había leído por primera vez y conservaba un buen recuerdo. Sensación que sigo conservando. El ejemplar releído pertenece a la colección "Las novelas de Simenon", Luis de Caralt Editor, 1976. Traducción: José Luis Beltrán. La obra fue escrita en 1938.(*) Editada ese mismo año por Éditions Gallimard.
Novela de fácil lectura e interés creciente, desde su inicio hasta el final, al menos para mí lo fue. Sus personajes son gentes del común de una pequeña villa costera de Francia, Port en Bessin; en la que sus habitantes son pescadores, viven, pues,  del mar, siendo éste el eje de sus actividades. Seres sencillos cuyas necesidades, sentimientos y conflictos son muy parecidos a los propios o ajenos de nuestro cotidiano entorno. No hay, según creo,  idealización alguna en su personificación. Son tan corrientes que parecen reales, vivos. Sus virtudes y defectos son los habituales entre nosotros, los comunes mortales de cualquier raza, condición o país: indolencia, tacañería, pereza, lujuria, solidaridad, compañerismo, amor y afectos sinceros, envidia, etc., etc.

María, la protagonista, es un bello personaje. Se la conceptúa  como taimada. Los demás, ni los más próximos, saben lo que quiere, pues su actitud es apática, de glacial, al parecer, indiferencia. Sin embargo, los hechos nos muestran que ama a los suyos y se afana en su protección y ayuda. Así lo he visto yo. Resumidamente diré que la novela me gustó .

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(*) Llevada al cine, película francesa protagonizada por Jean Gabin y dirigida por Marcel Carné. Inédita en España.








 

sábado, 4 de julio de 2015

Sala de lo criminal, de George Simenon

Curiosamente, todos los libros  leídos en  junio del 2015  versaron o surgió en ellos,   la arbitrariedad,  como sinónimo de inmoralidad, de  las decisiones tomadas por algún juez, a sabiendas de que éstas  eran injustas. Es decir, se abordaba la controvertida cuestión de los jueces inicuos(malos, malignos) y las  dañinas consecuencias de su prevaricación. Cuestión ésta de la justicia injusta,  al parecer, ineludible, en las sociedades humanas de todos los tiempos y lugares.

Empecé leyendo  “ Historia de la columna infame”, librito para mí muy denso,  que simultanee, con “Sala de lo criminal “, escrita por Georges Simenon en 1941, Luis de Caralt Editor, mayo de 1976, Colección “Las Novelas de Simenon”. El  título de la versión original en lengua francesa “Cour d’Assises”, traducción Ascensión Carmona, y  cubierta diseñada por Balaguer.

La trama es sencilla y los personajes para mi gusto poco atrayentes, pero, sin duda, prototipos  humanos.  Estos seres se dan y los hallamos  en nuestro entorno, tanto como las situaciones y los conflictos en torno a ellos descritos en la novela. El protagonista “Petit Louis” es - nunca tan bien dicho- un “pobre diablo”, cuya suerte, o más bien mala suerte, “desde la cuna comienza”, tal como nos cuenta "Soldado de levita", la bonita canción mexicana..




El  mérito principal de esta novelita, según creo,  está en la descripción del  juez instructor y de sus modos para instruir la causa. Pues este sujeto no busca la verdad, ni por ende, arbitrar justicia, es decir, la justa retribución según hacer, castigando al delincuente en proporción al delito cometido, pero y, principalmente, para exonerar al inocente. No.  Él, el juez, es “su Señoría”; mientras el otro, el juzgado, no merece, por su parte ni tan siquiera una humana mirada. ¡Qué altivez! Un soberbio 
a la par que parcial  intérprete de la letra que no del espíritu de la ley. Un rígido  cumplidor, eso sí,  del modus operandi procesal, acudiendo de continuo, para responder a cualquier banal pregunta, al informe de la causa. Muchos de sus razonamientos son a priori, pero él los entiende  infalibles.


Reproduzco, seguidamente, un párrafo bastante ilustrativo de mi  opinión respecto al juez:

Sólo le habían hecho comparecer una vez ante el juez de instrucción y el interrogatorio fue breve.(*) El magistrado…era un hombre seco, observador, de tal manera atento a su trabajo que no encontraba un momento para dirigir una mirada a Petit Louis. - Le hago comparecer en mi presencia para notificarle los cargos…( cinco y graves).Leyó con cuidado, tenía miedo de olvidarse algo…el juez levantó por fin la cabeza, sin admiración ni interés por el personaje que tenía delante, como si lo hubiera conocido de toda la vida y, sin embargo, le veía por primera vez…”(p.125-26)    (*) Tan breve que no le hizo pregunta alguna en relación a los graves cargos que le imputaban, ni entonces ni en todo el proceso de instrucción.

Otro de los aspectos interesantes hallados en esta lectura es la descripción espléndida que considero   hace el escritor belga  de la situación de indefensión del juzgado cuando éste es  un ser corriente, común, y , principalmente, sin muchos medios económicos,  tal como el Petit Louis de la novela. Mundo de la justicia humana, bien definido y delimitado para sus actores, los jueces, los letrados y abogados, los procuradores, los mediadores, los peritos, secretarios y funcionarios judiciales, pero que, para el resto, es la jungla inhóspita. Al que los que se ven obligados a acudir , en los inicios, van confiados en la propaganda repartida acerca de la misma, en relación a su imparcialidad y equidad. Pero luego, la realidad les demuestra que, como los que la imparten son humanos,  también ella goza de idéntica vil naturaleza. O sea, la injusta justicia humana, lenta, parcial y cara.


 












miércoles, 13 de mayo de 2015

El alcalde de Furnes (Las mujeres del alcalde), (G. Simenon) (3 y fin)septiembre, 2005

A veces pienso que mis comentarios acerca de los libros o lecturas diversas suelo enfocarlos, en demasía, sobre la cuestión social, los conflictos entre las personas en razón de su ideología, condición o clase, y olvido comentar aquellos otros aspectos más simpáticos e incluso más tiernos y sensibles que también atrajeron mi atención.


Con este libro de Simenon, tengo el mejor ejemplo. Después de Joris Terlink, protagonista indiscutible de la novela, los otros personajes que
tienen cierto protagonismo son mujeres. Todas le han dado o aportado algo a su existencia y a su particular, singularísimo, modo de ser. En primer lugar, obviamente, su madre, una impar vieja señora. Trabajadora incansable, que desprecia a los ricos y a la hipocresía por ellos encarnada, incluido su propio y único hijo. Para seguir con Thérése, su sufrida esposa y muda voz de su conciencia, similar al Pepito Grillo de Pinocho – “en sus miradas Terlink lee las palabras no dichas “que le inspiran un odioso desapego. Y el dúo de Marthe y María, con el que cierra su vida. Sin menoscabar u olvidar los airosos personajes de Lina y Manola, unas jóvenes sin prejuicios y con una visión y un mundo diametralmente opuesto, diferente, muy distinto, al del vetusto alcalde de Furnes. El de éste un convencional y retorcido mundo de intereses y convencionalismos formales.


Los pasajes referidos a las visitas de Terlink a la casa de Lina- habitación concretamente- en los que se describe el desorden allí imperante, con las ropas tiradas por doquier, incluidas las prendas íntimas, así como el desparpajo de las actitudes y conversaciones desenfadas de las muchachas, me resultaron divertidos. Especialmente la narración de la micción de Manola, escuchada perfectamente por el vejete... ¡Vamos, un sin fin de detalles pormenorizados y sustanciosos que dotan de realidad a la escena!

viernes, 8 de mayo de 2015

El Alcalde de Furnes (De lo privado)(2)G.Simenon , septiembre, 2005


Otra de mis entradas ya la dediqué a comentar el entorno público de Joris Terlink, el alcalde de Furnes.  Ésta la dedicaré a  comentar sobre aquellos aspectos de su vida   familiar. Por cierto, expuestos minuciosamente por el escritor belga, Simenon, relatando acciones de la vida cotidiana, del día a día, que permiten conocer con certeza cómo son- buenos o malos - los que nos rodean. Porque según  dice la cita evangélica, "por sus obras los conoceréis"
Estas particularidades del personaje, en su entorno privado y en sus relaciones con sus más directos familiares,  fueron   las que me impactaron y despertaron mi interés. Porque Terlink, el protagonista, es un muy  singular sujeto, lleno de antipatía y contrastes personales. Es descrito como sobrio, metódico, razonador avezado, receloso de todo y de todos, y repleto de raras inquinas personales, cuyas acciones son evidencias de coherencia, responsabilidad y rigurosidad. Así, nuestro duro y hasta cruel señor alcalde de Furnes, el Baaf, propietario de una importante fábrica de puros (tabaco) con plantaciones propias, es quien se ocupa, en persona, de las atenciones y cuidados más engorrosos e íntimos de su hija de treinta años. Subnormal de nacimiento, fruto único de su matrimonio. Tiene otro hijo, un varón, de unos veinte años, de una relación extra matrimonial. Al cual ha procurado manutención y ocupación hasta edad de  poder procurárselos por sí mismo. Pero a partir de entonces se ha desvinculado de él.
En franco contraste con la descripción de Terlink, está la de Léonard Van Haamme, su contrincante a la alcaldía. Hombre rico e influyente, perteneciente a una prestigiosa familia del lugar. Tiene un hijo y una hija jóvenes, criados como si no tuviesen padre debido a su total entrega a su carrera política. Este sujeto, Léonard Van Haamme, desconoce lo que pasa en su casa, lo importante para él es su cargo, sus influencias, y el qué dirán. Y deja lo privado y doméstico relegado hasta casi el olvido. Es capaz de prescindir, alejar o incluso vender a quien trastorne sus intereses o imagen públicos. Tal como hace con su hija, una adolescente embarazada, a quien echa de casa. Y se despreocupa del destino de la muchacha y del hijo que espera, es decir, de su nieto.
El burgomaestre de Furnes/Simenon, GeorgesEn la cubierta que Tusquets ha puesto a su edición de esta novela, aparece la imagen de un ejecutivo o ricachón de los años Veinte. A mi entender esta ilustración está  alejada de la del alcalde de  Simenon. Porque su traje habitual, el cotidiano, era adusto, más parecido al de la cubierta de Balaguer que ilustra la portada de la edición leída por mí,  de Luis de Caralt, 1975.


miércoles, 6 de mayo de 2015

El burgomaestre (alcalde) de Furnes, por George Simenon (1)– (De lo público)

Título original:"Le bourgmestre de Furnes", Librairie Plen, 1939, traducción de Julio Gómez de la Serna, Colección Las novelas de Simenon, Luis de Caralt Editor, 1975.

Esta obra de Simenon mantuvo despierto mi interés desde el principio hasta el final. Pero, a pesar de ello, tuve que releer despacio las últimas páginas, las que recogen el desenlace final de la historia, donde esperaba hallar alguna clave nueva acerca del para mí controvertido personaje protagonista. No la hallé y quedé igual que antes. Así, pues, expondré aquellos aspectos de la narración que a mí más me impresionaron.

El protagonista es un alcalde de pueblo de orígenes muy humildes. Sus logros en la vida en cuanto a posición, fortuna, etc., son fruto exclusivo de su esfuerzo personal, así como de sus trajines y maquinaciones, actos buenos y malos, pero suyos, un " self made-man", es decir, hecho a sí mismo. Un ser cuyo motor impulsor ha sido su gran ambición personal de riquezas, de estatus y de poder. Pretensión acompañada de un solapado "hatillo" repleto de soterradas envidias debido a su originaria clase social. Porque es un hijo del pueblo, del pueblo llano, padre pescador y madre vendedora de pescado.


El personaje, Terlinck, ha vivido obsesionado- según se le describe en la novela- primero por ser rico. Para seguidamente procurar figurar entre los que componen los círculos superiores sociales , reservados para los "más" encumbrados del lugar, o sea, para la élite. Esos pocos que, independientemente de su valía personal, mandan, han mandado, y siempre mandarán, ya que su prestigio y riquezas son legado familiar . Trasmitido de padres a hijos, y garantía de su éxito. Élite a cuyo alrededor gira el pequeño o gran mundo que conforman las relaciones sociales, políticas y económicas de la comunidad. La particular empresa que el burgomaestre( alcalde) se ha fijado será desplazarlos, relegarlos hasta la humillación.


Furnes es el municipio. Una alcaldía cualquiera, dirigida por este nuevo rico sin abolengos. Hombre sagaz, poderoso y temido, tanto como buen conocedor de los entramados legales y de las historias de todos. No debe favores a nadie. Su buena gestión municipal le avala. Sabe diferenciar, y diferencia, entre lo público y lo privado, tanto los dineros como las funciones, las responsabilidades y el ámbito de cada uno. Antes estuvo en la oposición. Y fue oposición única, o sea, el único que se enfrentaba con tenacidad y eficacia al equipo gobernante.

Junto con él, formando parte del gobierno municipal, son descritos otros personajes masculinos; que son más bien sus contrincantes. Todos encarnan  prototipos de roles públicos: notario, ex-alcalde, abogados, y secretario municipal. Este último representa especialmente  al funcionario público de postura acomodaticia (de peloteo) con el mandamás de turno, independiente de su, o no, afinidad o antipatía personal hacia el mismo. Prototipo, en suma, del adulador sumiso, vulgarmente denominado “pelota”.

Estos son, en general, los elementos principales del cuadro descrito en la novela. Pero aún vigentes en nuestra sociedad. Los cuales, debidamente matizados, pueden ser acoplados a las pequeñas historias locales de alguno de nuestros municipios.
Continuaré. En próximos comentarios hablaré del mundo privado del alcade de Furnes.



sábado, 14 de febrero de 2015

Las bodas de Poitiers (y 2) (Ayer y hoy) (**)

Las bodas de Poitiers, escrita en los sesenta del pasado siglo, me ha hecho pensar cómo han cambiado ciertas cosas.-

Hoy esta figura del veinteañero cargado con la responsabilidad de mantener a su madre y a sí mismo, resulta casi impensable. Por lo pronto, por lo menos en el caso español e independientemente de las causas, se está dando el hecho cierto de que los padres se ven obligados al sostenimiento y ayuda económica de sus hijos hasta edades bien mayores. Los hijos retardan el abandono del hogar paterno. La edad media del casamiento o de la unión matrimonial es superior a la de décadas atrás. De ahí, quizás, la costumbre bastante generalizada de relaciones sexuales prematrimoniales. Hay parejas de hecho, sin lazos civiles o religiosos que amparen dicha relación. La venida de un hijo es, en muchos casos, un acontecimiento rigurosamente programado. La edad  media de ser padres ronda la treintena o superior. Los banquetes y gastos de boda (civil o religiosa) representan un dineral. Un fenomenal dispendio que muchas veces  deja endeudadas a las familias y suele tener como colofón una espléndida luna de miel, en cualquier paraje del mundo fuera de las fronteras de la España Ibérica.

En franco contraste, repito, con las bodas de hace cuarenta años. Entonces básicamente consistían en casarte en la parroquia del lugar donde vivías (*). En domingo, seguido de un convite con familiares y amigos próximos. Para los que tenían la fortuna de irse de Luna de Miel, el destino más frecuente era Palma de Mallorca. Y este lazo  era, además,  para toda la vida terrenal...(***) Noche y día, obviamente.

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(*)En la España de entonces no era posible casarse sólo por lo civil.
(**) Este comentario se escribió en 2005. Lo he rescatado.
(***) En diciembre 2014 oí unas estadísticas que hablaban de que un 50% de las parejas se separaban o divorciaban en los primeros cinco años. Un 75% en los diez años. Y un porcentaje muy alto de los niños eran de familias rotas.

Las bodas de Poitiers, de George Simenon, (1) (*)


Título original: "Les noces de Poitiers" librairie Gallimard, 1960 , traducción de José Luis Beltrán, Luis de Caralt Editor, 1975, Colección " Las novelas de Simenon". Me gustó el estilo de Simenon en “María la del Puerto” y he leído otra de sus novelas. La temática es bien distinta, pero coinciden en amenidad y dominio en la descripción de tipos humanos corrientes, esos que se dan y tenemos al lado, los que nos rodean. Las  historias tratadas son vivas; las circunstancias y los problemas cercanos. Los contados en esta novela son los afrontados por unos jovencísimos enamorados, de muy modesta condición económica, que han sucumbido al fuego de la juventud y pretenden escapar del posible rechazo del entorno familiar creado por los convencionalismos y costumbres de una sociedad de provincias de hace cuarenta o más años.  Apariencias, deudas, mentiras... forman una cadeneta peligrosa que casi ahoga a nuestro inmaduro protagonista. Un muchacho de veinte años que quiere a su madre, a su esposa y al inesperado fruto de sus amores y causa circunstancial de todos sus graves avatares.


El final, como el de" María la del Puerto", es bueno. Me gusta que termine bien. En la vida también debería ser así. Una vez leída la novela, reflexionas sobre el contraste tan enorme entre el ayer y el hoy acerca de nuestra juventud, la actual, la de la sociedad española. Tantos prejuicios antes, para pasar ahora, por lo menos en apariencias,  a la mayor frivolidad, indiferencia, irresponsabilidad y falta de valores. Malo ayer, pero peor hoy y... ¿mañana? No lo sé, pero no pinta muy bonito. ¡Ojalá, como Simenon, se pudiera escribir un buen final!
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(*) Éste y otros comentarios los he rescatado de un archivo traspapelado. Lo escribí en julio 2005.

viernes, 30 de enero de 2015

El testigo de Malétras, por George Simenon

EL TESTIGO DE MALETRAS - GEORGES SIMENON (Libros sin clasificar)El testigo de Malétras, por George Simenonnúmero 40 de la colección "Novelas de Simenon", traducción de H. Pedro de la Vega, editado por Luis de Caralt, Editor, 1975. Título de la obra original "Le bilan Malétras,1948, Librairie Gallimard; título este de la edifición francesa que me parece más adecuado porque emplea el término “bilan”, o sea, balance, el concepto contable que alude al recuento anual o inventario que se practica en los negocios con el fin de confrontar el activo(los bienes y derechos) con el pasivo (las obligaciones), es decir, lo que se tiene con lo que se debe. Pienso, pues, que a esta acción de recuento personal de su existencia, es lo que Jules Malétras, el protagonista, un sesentón,  un “hombre hecho a sí mismo", y al presente, un poderoso e influyente personaje que se codea con otros como él, también ricos e importantes comerciantes e industriales de aquella sociedad, pero que cuarenta años atrás, era un don nadie, un sencillo trabajador por cuenta ajena ocupado en múltiples empleos, quien, como vulgarmente se dice, “no tenía dónde caerse muerto”.

 En esta historia, cuya acción transcurre en El Havre, su protagonista se enfrenta a esta evaluación personal, a este balance, a lo cual se alude, con manifiesta claridad, en las páginas 140 y 141. Especialmente bonita me pareció- por otra parte - la metáfora empleada por Simenon para expresar las ansias de liberación de su pecado con los recuerdos del baño en su infancia. Recuerdo tan nítido que se traduce en olores y ansias de limpieza del cuerpo y del alma. Y es, entonces, cuando Malétras hace examen de conciencia, es decir, su balance personal. 
“...no con palabras ni con frases, sino con cifras, con cifras exactas trazadas con pluma de acero, con tinta bien negra en el duro papel de un libro mayor de contabilidad "Malétras".

Jules Malétras - como alguno de los otros protagonistas masculinos de las pocas novelas que he leído de Simenon - es un tipejo desagradable, egoísta empedernido que no quiere a nadie, aparte de a sí mismo, rico, pero cuya fortuna personal tiene oscuros e ilegítimos orígenes. Encarna al  "malo ". Casi todas las características que le adornan son defectos más que virtudes. El bueno de esta historia es Gancel. Este personaje junto con su familia, encarnan todo lo opuesto al protagonista, son sus antagonistas. A través del contraste de sus situaciones personales y la distinta manera de llevarlas y asumirlas, es lo que permitirá al lector llegar a conocer el gran drama personal que el torcido protagonista arrastra consigo cual pesada áncora.


En las páginas 116 hasta 122 se lee la visita que hace Malétras a Gancel, a altas horas de la noche, con el exclusivo fin de poder  "disfrutar" con alguien - así lo espera - en situación personal y familiar más desgraciada que la suya. Pero, (me río yo, je, je, je)...¡sale escaldado! Reproduzco algunas frases:


"¿Qué había ido a hacer? Había ido a ver a Job, encima de su montón de estiércol. Ver en su hogar, en su horrible intimidad, a un hombre que tenía todas las razones para quejarse del Destino. Y aquel hombre, a quien ya no le quedaba mucho tiempo de vida, rodeaba de mimos y cuidados minuciosos, como un enamorado, a una mujer reseca tendida bajo una manta...
Y ella le miraba con igual ternura, con la misma confianza. ¡Aquello era lo que le encolerizaba: la confianza que existía recíprocamente...! Podían vivir todos los días, de la mañana a la noche, en aquella habitación, con sus desgracias, compartiéndolas como sin darse cuenta de ello." (págs. 118 - 119)
"- Hice cuanto tenía que hacer - dijo Gancel...Lo demás lo decidirá Dios. Malétras...se sobresaltó. Y aquel sobresalto le recordó la época del catecismo, cuando le enseñaban que el diablo se espanta al contacto del agua bendita o al hacer la señal de la cruz. El agua bendita se la acababan de echar. El diablo era él." (pág. 119)
¿En qué se diferenciaban de los demás seres? No podía creer que fuera la bondad...él no creía en la bondad. El ser humano no es bueno. ...El hombre es bueno únicamente cuando necesita de los demás. Excepto su madre, nadie había sido bueno con él. El nunca había sido bueno, porque nunca había necesitado a nadie...”
Pero, me falta aún hablar del mundo cotidiano y de las mujeres que rodean a su protagonista.


El ambiente doméstico aquí descrito, es decir,  esposa, criadas, mobiliario, comidas así como las distantes relaciones con sus más allegados y la incertidumbre respecto al quehacer del marido fuera de la casa, me hizo recordar otra de las novelas por mí  leída de este mismo autor,  “El Alcalde de Furnes", y a su protagonista Terlink. Personaje desde el punto de vista familiar, también, "sui generis". Entre ambas novelas, pienso, se dan similitudes en cuanto al ambiente familiar descrito.  En las dos hay una madre, viva o en el recuerdo, que es una guía severa para el hijo; una esposa, señora de su casa; una peculiar cocinera; dos hijos (varón y hembra), con un papel de extraños al núcleo familiar del momento. De los cuales el lector sólo tiene conocimiento de que existen y de sus  relaciones poco afectivas con el padre.

También hay coincidencia en cuanto al  "hogar" descrito, pues no se corresponde para nada, ( al menos para mí) con las danzas y los ambientes  en los que transcurre esa otra vida que lleva el “señor de la casa”. Vida que se desarrolla en entornos y con otras mujeres, muy contrarios a los y las del propio hogar. Las del ámbito doméstico, madre, esposa, criadas…, mujeres honestas y hacendosas, puntales imprescindibles de la economía doméstica. En cuanto a las que busca fuera,  sólo diré que el sujeto encuentra lo que se merece.  En suma,  hay una clara división entre la casa de Máletras y lo que allí hay , con lo que busca y, obviamente, halla fuera de ella. De este navegar entre dos corrientes bien distintas, deriva el conflicto o argumento de  la novela. Estos  fuertes contrastes, por otra parte,   acrecentaron mi aversión por el protagonista masculino. 

En fin, ¡pobre Malétras!


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10 de marzo de 2018: He revisado, rectificado y unido en una sola entrada estos comentarios antiguos, inicialmente de mayo 2006, acerca de la novela de George Simenon, el prolífico escritor belga en lengua francesa, titulada en español, “El testigo de Malétras”.