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viernes, 20 de enero de 2017

La isla del paraíso, Victoria Holt.

La isla del paraíso, Victoria Holt. Traducción de Esther Donato. Círculo de Lectores, 1996. Título de la edición original:” The Road to Paradise Island “. Diseño: Emil Tröger .Ilustración: González Vicente.

En primer lugar hablaré un poco de la autora, la británica Eleonor Alice Burford Hibbert(1906-1993), una muy prolífica y afamada escritora  que,según leí, escribió más de doscientas  novelas y vendió millones de ejemplares. Fueron varios los seudónimos que usó,  diferenciando su utilización según la temática abordada, entre los cuales “Jean Plaidy”, y “Victoria Holt”figuran como los más conocidos. Bajo el primero, Jean Plaidy, vendió sus sagas de novelas históricas basadas en personajes y hechos reales del pasado, como por ejemplo las muchas que dedicó a los Tudor y su época.  Y en cuanto a Victoria Holt, según leí en Wikipedia, fue el seudónimo con el que se inició su fama  internacional, en el año 1960, cuando, siguiendo los “consejos del editor”  publicó en los Estados Unidos,  su primera novela romántica gótica, “ Mistress of Mellyn” (La señora de Mellyn), obra  que “ contenía la estructura clásica de las novelas de ese seudónimo, unas novelas de suspense romántico y ambientación gótica, que recreaba con tal perfección, que la llevaron a ser considerada "la gran dama del Gótico”.(*) También leí que muchos de sus lectores bajo un determinado seudónimo no sospecharon sus otras identidades.

Yo  reconozco  que hasta  la lectura de esta novela, me eran desconocidas del todo tanto la escritora como su extensa producción,    y que me ha sorprendido de modo negativo la transformación radical experimentada por la autora en su trayectoria literaria que de escribir sobre personajes y  hechos reales, o sea,  históricos, en los que alcanzó justa fama por ser obras muy documentadas, tal como  lo demuestran sus  sagas en torno a los Tudor y su época,  pasase,  siguiendo las ya citadas recomendaciones de su editor, a escribir ficción. Pero ficción como, a modo de buen ejemplo,  la de “La isla del paraíso”, una artificiosa trama  llena de personajes y de vivencias  para un escogido público, en este caso el femenino.

Pienso, en suma, acaso equivocadamente, que la escritora inglesa no pudo resistirse a la tentación de aumentar sus ingresos en función del aumento, también, en ventas augurados por  su editor, o sea su promotor, y dejó de escribir a los impulsos de su corazón para escribir a tenor de pautas y guiones sobre cuestiones y temas concretos a ella previamente sugeridos . Consideración que me ha recordado al escritor estadounidense de origen judío, León Uris, y su obra " QB VII" en la que es abordada la cuestión de   la vocación ( "llamada") del escritor nato, de su impulso y de su evolución, así como del corrompido mundo de la edición literaria. Como también recordé el término  de "ramera intelectual", asignado por Uris en su novela a todos "los que escriben lo que les ordenan   escribir los que les pagan". De los que, desafortunadamente, creo, muchos y muchas hay.
oooOOOooo


Se trata de una extensa novela  que conforma  un libro de más de 472 páginas, de fácil y  entretenida lectura, en la que se distinguen dos narraciones: una situada en el pasado y dentro del marco de la Inglaterra del XVIII; y la otra en los inicios del XX, en  parajes situados en el Pacífico Sur. Cada una de estas narraciones con pluralidad de personajes y de entornos  muy diferenciados,  unidas  por la protagonista principal, Annalice Mallory, eje de la novela. 

El primero de los relatos es una  trama situada en el pasado  con numerosos misterios  por desvelar,  intrigas que debo reconocer,  “me engancharon”,  y fui pasando hoja tras hoja  para hallar respuestas y, principalmente,  desentrañar la conexión entre el ayer (los antepasados y el pasado) con el presente de la protagonista; después de haberla seguido, obviamente,  a través de la lectura, en su largo periplo desde el hemisferio Norte, hasta el otro lado  del mundo, en el hemisferio Sur. Este fuerte  contraste y mezcla, entre los personajes, la ambientación y las situaciones conflictivas a las que se ve abocada  la  protagonista, es el mayor y buen  acierto, según creo, de la historia. Esos dos escenarios diametralmente diferentes y opuestos. Dos mundos, dos épocas. La Inglaterra (Gran Bretaña) del XVIII y la Australia con los archipiélagos del Pacífico Sur, de principios del XX. Pero, en ambos, eso sí, la misma etnia (anglosajones) dominante.

Mientras  la leía, en múltiples ocasiones, vino a mi memoria las narraciones de Jack London, muchas de las cuales, como las aquí contadas por la escritora inglesa,   están también ambientadas y desarrollada su acción en territorios lejanos, no sólo por la distancia física– al otro lado del Mundo y hemisferio- sino por la raza, las creencias y tradiciones, cultura y crónicas de las gentes de los lugares citados. Relatos protagonizados por occidentales  de creencias y valores  cristianos, aunque en la práctica descrita, seres  avariciosos,  de sesgada humanidad, que están convencidos de su superioridad  por razón  del blanco color de su piel en relación al resto, los indígenas de las zonas, los propios del lugar con sus costumbres y creencias ancestrales. Lugares a los que "el occidental", genéricamente hablando, - no hay que olvidarlo - fue en busca de fortuna, bien porque carecía de ella, bien para acrecentarla.

Estas últimas consideraciones, supongo, han pesado mucho en mi valoración de la novela, y me han impedido ver a los protagonistas del áureo color con que Victoria Holt quiso pintarlos. Yo sólo he podido verlos  de muy oscuro tono, similares al del tipo humano descrito por Hobbes.

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(*)Copiado de Wikipedia: “En los relatos propiamente góticos se advierte un erotismo larvado y un amor por lo decadente y ruinoso. La depresión profunda, la angustia, la soledad, el amor enfermizo, aparecen en estos textos vinculados con lo oculto y lo sobrenatural. La mayoría de los autores sostiene que el gótico ha sido el padre del género de terror, que con posterioridad explotó el fenómeno del miedo con menor interés en los sentimientos de depresión, decadencia y exaltación de lo ruinoso y macabro que fueron el sello de la literatura romántica goticista, y más énfasis en otros elementos.”