jueves, 13 de marzo de 2008

"Pedro Blanco, el Negrero", de Lino Novás Calvo-enero, 2005

Libro de bolsillo, edición quinta, año 1973, de la Colección Austral de Espasa Calpe.

Lino Novás nació en Galicia pero se crió y formó en Cuba . Por esta causa es considerado por muchos como autor cubano. Buen escritor que la dictadura castrista proscribió por disentir y denunciar las prácticas y políticas antidemocráticas de aquel régimen.

El autor de la novela empleó tres meses para escribirla. La temática abordada es el tráfico de esclavos negros. Múltiples fueron sus lecturas de trabajos e investigaciones sobre la trata, detallados al final del libro. Se publicó por primera vez en 1933. Tiene gran valor documental. El tema y el protagonista de la obra fueron extraídos de la realidad. Ambos son, sin lugar a dudas, sórdidos; muy sórdidos.

En la novela se explica, con profusión de datos, de anécdotas y de citas bibliográficas, cómo se desarrolló el tráfico de esclavos negros en el siglo XIX; en los tiempos inmediatamente anteriores y luego de que esta actividad pasara a ser ilícita y, por tanto, formal y oficialmente repudiada y perseguida. Circunstancias que ni impidieron ni acabaron con la captura ni con el tráfico de personas, sino todo lo contrario, lo aumentó y, si cabe, lo hizo más cruel y vil. Consecuentemente, toda la obra es una sarta de mezquindades que describen el horroroso cuadro del tráfico humano en las postrimerías del siglo XIX. Narra la sordidez de los lugares frecuentados, tabernas, fondas y lupanares, puertos y metrópolis del tráfico negrero (Tánger, Nantes, Liverpool, Recife, La Habana…) repletos de asquerosos antros. La feria o mercado de esclavos con sus expertos compradores; las subastas, el marcaje con hierro caliente en la tetilla del esclavo, los castigos ejemplares infringidos a los cimarrones, los barracones inmundos y hediondos donde eran hacinados, etc. Los barcos negreros en los que se transportaba lo que para ellos era sólo mercancía que podía ser tirada al mar - quinientas u ochocientas personas, hombres, mujeres, niños - a discreción del capitán - ¡qué horror! - La mísera situación de la marinería de estos mercantes, equiparable a la de los esclavos y como ellos sometidos a las tiránicas arbitrariedades de los capitanes y de sus lugartenientes; para quienes no valían nada y eran considerados verdadera escoria que vagabundeaba por los mares del mundo. El criadero de Reeves, en Brasil, un negocio de venta de esclavos propiedad de un inglés malvado que vendía como tales a sus propios hijos e hijas; engendrados en mujeres negras, preferentemente somalíes y luego cruzaba como si de ganado se tratase con la finalidad de obtener esclavos selectos y muy caros. Los factores y factorías negreras, que eran los mayoristas proveedores de negros esclavos, con sus infernales asentamientos formados por hediondos barracones en donde los cazados eran hacinados hasta su venta y exportación. Entre los cuales destacaron el mulato Da Souza, conocido por “Cha-Cha”, brasileño analfabeto, y el también mulato Ormond, de padre inglés, como reyes indiscutibles del negocio de la costa occidental africana, “que vivían para corromper a las gentes, prostituirlas y comerciar con ellas”.


No hay que asustarse. Entre lo relatado también encontramos algo bueno. Como el tío Fernando, socorro único de la viuda y de los huérfanos desamparados. Los numerosos pasajes que nos hablan de la bravura y del coraje de los marinos, entre los cuales destacan los mallorquines, gallegos, vascos y portugueses como “hombres de mar” y de cuyas cualidades y hazañas hay sobradas referencias en este libro. El personaje del joven irlandés Callum, así como la descripción del comportamiento humanitario de los piratas de Terranova con los dos jóvenes, Blanco y Callum; que culmina en el relato de la marcha de Callum, por mar hacia su destino final. ¡Un hermoso pasaje! (página 56) Y por último, la narración de la ejemplar humanidad mostrada por los pescadores de bacalao del campamento de salazón, una mísera cooperativa de pobres gentes formada por – en palabras textuales - “marineros fracasados, melancólicos, aburridos, escépticos, sombríos, que habían juntado sus ahorros para vivir y aquélla era su vida, y casi no era vida” (pág. 57).

Pero, creo que toca ya dejar de hablar de “Pedro Blanco, el negrero” y pasar a otras lecturas.


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