Aún no he agotado las cuestiones que la lectura de Doña Bárbara me trae. Muchas son las cosas que me quedan sin decir, entre ellas hablar del propio autor, Rómulo Gallegos. De origen humilde, llegó a presidente de su país. Su notoriedad, no obstante, se debe a la literatura, especialmente por Doña Bárbara. Novela publicada en 1929, considerada por los entendidos como la mejor de todas sus obras. Su publicación, según he leído, le obligó a exiliarse, porque el dictador Juan Vicente Gómez que entonces gobernaba Venezuela, se vio en ella aludido y criticado.
Pero toca ya terminar y repito una vez más lo mucho que he disfrutado con la lectura de esta novela por lo bien escrita, belleza de sus relatos, por el conocimiento profundo de la naturaleza humana, en sus múltiples tipos y variaciones, por la esplendidez del paisaje escogido como marco y fondo de la historia contada, la exuberante sabana del Llano venezolano. Y en fin, por el mensaje de confiada esperanza en el triunfo del ser humano, haciendo valer su parte buena, superior y más noble, sobre su naturaleza inferior en la que priman y tantas veces le arrastran, los bajos instintos. Es decir, vencer definitivamente al centauro que llevamos dentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario